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viernes, 14 de mayo de 2010

Libertad de prensa, libertad de empresa - Nos mean y los medios dicen que llueve


Qué deben hacer los periodistas en un mundo en el que 300 millonarios ostentan más riqueza que cerca de la mitad del planeta.
Vivimos en un mundo en el cual, las desigualdades económicas entre países industrializados y países en vía de desarrollo, están pasando del estado de lo desigual al de lo inhumano. En ese marco, los medios masivos de comunicación no hacen más que otorgar sustento ideológico y propagandístico a ese retorcido escenario; al decir de Serge Halimi, como “los nuevos perros guardianes” del sistema.
¿Qué hacer cuando en el propio seno de los países "democráticos", el dinero domina el sistema político, y a toda la maquinaria informativa que lo sostiene? ¿Cómo sería posible que periodistas e intelectuales pudieran denunciar esta situación y proponer soluciones cuando estos millonarios: los "Bill" Gates (Microsoft) , los Rupert Murdoch ("The Times", "Sunday Times", Fox, etc), los "Ted" Turner (CNN), los Conrad Black ("The Daily Telegraph"), es decir los dueños de la información a escala planetaria, son quienes invierten, reestructuran y despiden; son también los empleadores de los periodistas, sus distribuidores y sus anunciantes?
En cada país y aún en cada ciudad existen, salvando las distancias, los empresarios convertidos en "amos" de la comunicación. Cada ciudad, cada provincia tiene su propio Ted Turner.
En un contexto universal globalizado, ¿pueden todavía los periodistas ejercer un rol de "contrapoder"? ¿Animar a aquellos que viven en la angustia y afligir a quienes disfrutan del bienestar? ¿Lo pueden hacer cuando los periodistas más reconocidos y a menudo los más poderosos pertenecen a esta nueva clase dirigente y a su mundo de negocios?
Quizá los medios puedan liberarse de las presiones políticas, pero jamás lograrán hacerlo con las económicas. Es más, estos mismos medios operan políticamente en beneficio de intereses económicos de las grandes corporaciones y las multinacionales que, en el ámbito del nuevo orden mundial, se han convertido en el intocable gobierno global.
En un sistema en el que la información es una mercancía más, es impensable que un periodista, por poner un ejemplo, pueda plasmar una crítica al uso del glifosato en tanto el medio para el que trabaja cuenta como principal auspiciante a Monsanto.
Las intimidaciones económicas sobre la libertad de expresión de los periodistas pueden provenir tanto de los derechos del propietario de los medios como de las presiones económicas que pesan sobre esa empresa. La mayoría de los trabajadores de prensa, en su carácter de asalariados, se encuentran subordinados a los lineamientos editoriales del dueño y patrón del medio y de las empresas que comercialmente lo sostienen.
Conscientes o no, los "comunicadores" son diariamente los centinelas del orden y los ventrílocuos del sistema alimentando el discurso de los medios masivos de comunicación que se empeñan en convencer a cualquier precio de las bondades del orden mundial vigente.
Es ineludible reconocer e identificar a los garantes de la manipulación desfachatada de la supuesta "libertad" en defensa de intereses económicos maquillados con una ensayada actitud ascética. Es imprescindible darles pelea a quienes atentan sistemáticamente contra el juicio crítico de lectores, oyentes y televidentes; tarea que llevan a cabo mediante salvajes manipulaciones, omisiones, censuras y autocensuras mientras se llenan la boca hablando de independencia y objetividad informativa.
Nos mean y los medios dicen que llueve

Así decía un graffiti que denunciaba a los medios masivos de comunicación y su rol en el “Argentinazo” de diciembre de 2001.

La formación de la opinión pública es un objetivo estratégico de los grupos de poder, enfocan muy precisamente sus recursos hacia aquellos temas que favorecen tal o cual necesidad coyuntural para la valorización del capital (apoyar o denostar un régimen o gobierno, desviar la atención de algún problema particular, promover algún proyecto político o económico, etcétera). En este sentido, los medios masivos muchas veces incluyen temas sensibles socialmente en pos de algún objetivo poco claro, como puede ser alguna interna entre los propios intereses del poder o tratar de presentar lo habitual como excepcional (de tanto en tanto algún niño muere de hambre en vivo y en directo por los canales de TV y los diarios publican la noticia en tapa)
En la prensa oficial o “tradicional” existe una dificultad muy grande de pensar en un conflicto. Cuando éste aparece, ¿qué hacen los medios? Cuando pueden, lo borran (si no, se publicarían notas sobre todas las huelgas y conflictos laborales que existen a lo largo y a lo ancho del país, por tomar sólo un ejemplo.) Cuando les resulta imposible borrar el conflicto, tratan de “cubrirlo” en el más amplio sentido de la palabra. Darle cobertura de prensa y ocultarlo, taparlo.

La moral de los “grandes medios” es muy dudosa: ¿Cómo podrá hacer “Clarín” para hablar de valores o paradigmas cuando su propietaria está acusada de haber adoptado a niños expropiados por la dictadura? ¿Qué puede decirnos “Crónica TV”, que si bien dice estar siempre junto al pueblo, mantiene oculto un conflicto laboral con sus trabajadores al igual que la impoluta “Crítica de la Argentina”? ¿Qué pueden decirnos al respecto otros medios que surgieron de las transas del menemismo o del lavado de dinero proveniente del narcotráfico?

Volviendo al título y ampliándolo; “Nos mean y los medios de comunicación dicen que llueve”... ¿No será hora de abrir nuestros paraguas para que no nos orinen y de sacarnos las anteojeras para ver que la realidad no es solamente la que pasa por la TV, la radio o los grandes diarios?

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