Oh, la ciudad crecida entre sojales,
ya pisoteadas las huellas de la indiada,
tus heredades agonizan extenuadas,
por la avaricia de oriundos tan banales.
Urbe henchida de desigualdades,
tu arroyo se corrompe y te emponzoña;
Y cruel, cual ave de carroña,
luchas sólo en reyertas comerciales.
Sobre tu suelo, que agota su firmeza,
tu lujo, se fusiona en el camino
con el neonato que muere en la pobreza.
Fruto de quien trabaja es tu destino
mas se lo niegas y ocultas tu riqueza.
Costa vacía y umbrosa es Pergamino.
1 comentario:
Qué tristeza! Y encima es la réplica de muchas otras ciudades agrícolas!
El dinero mal llevado, mal traído, no sé cómo decirlo, vos entenderás, el dinero corrompe y desiguala desde siempre.
Pero algún día esto cambiará y como la vieja canción española:
la tortilla se dará vuelta...
Muy buena tu poesía, aunque triste como dije al principio.
Saludos.
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